Durante años, el mercado de productos ecológicos en Europa ha disfrutado de un crecimiento constante, impulsado por la confianza del consumidor y el respaldo institucional. Sin embargo, desde 2022, las cifras han mostrado una realidad diferente: estancamiento o incluso retroceso en muchos países. ¿Estamos asistiendo al declive del modelo ecológico o simplemente a una etapa de madurez que exige adaptación?
¿Qué está ocurriendo?
El impulso que trajo la pandemia fue tan intenso como breve. En 2020 y 2021, el consumo ecológico vivió una especie de boom: más tiempo en casa, más conciencia sobre la salud y el medio ambiente… Pero esa ola se desinfló rápido. Con la inflación y la pérdida de poder adquisitivo golpeando fuerte, muchas personas han tenido que priorizar el bolsillo. Lo ecológico, lo saludable o lo ético siguen importando, sí, pero cuando el presupuesto aprieta, pesan menos.
Además, están cambiando las formas de comprar:
- Hoy, el consumidor medio ya no compra “solo ecológico”. Lo hace a ratos, en productos concretos, o cuando encuentra un precio que puede permitirse.
- Y hay nuevas etiquetas que le hacen sombra: local, de proximidad, residuo cero, regenerativo… Palabras que conectan con valores similares y que suenan cercanas, incluso para quienes antes eran fieles a lo ecológico.
Distribución: el giro hacia el supermercado
Uno de los cambios más notables es el nuevo papel de la distribución. Las tiendas especializadas, que durante décadas fueron el motor del desarrollo ecológico, están perdiendo terreno frente a los grandes supermercados y sus marcas blancas.
Y esto tiene consecuencias:
- Es verdad que ahora hay más productos ecológicos en más lugares.
- Pero también se ha diluido la relación directa entre quien produce y quien compra.
- con ella, se pierde parte del relato, del valor auténtico, de esa historia detrás del producto que antes importaba tanto.
¿Qué está pasando en Europa?
El comportamiento del mercado ecológico varía entre países:
- Alemania: caída clara en 2022 y 2023. Las tiendas especializadas son las más afectadas.
- Francia: descenso sostenido desde 2021. El consumo de frutas y hortalizas ecológicas sufre especialmente.
- Austria y Suiza: estabilidad, aunque sin crecimiento relevante.
- España: Somos líderes en producción ecológica, pero el consumo interno sigue por debajo de su potencial.
Una oportunidad para reinventarse
Quizá no estamos ante una crisis como tal, sino ante una llamada de atención. Un aviso de que hay que adaptarse, reconectar, evolucionar.
Y es que, si algo tiene de bueno este momento, es que nos empuja a replantearnos cosas importantes: cómo hablamos de lo ecológico, qué valores comunicamos, a quién queremos llegar.
Algunas claves para el futuro:
- Combinar lo ecológico con lo local y lo justo: una propuesta completa y con sentido.
- Integrar otras prácticas sostenibles como la agroecología, la agricultura regenerativa o el secuestro de carbono.
- Reforzar la comunicación sobre los beneficios reales del modelo ecológico, tanto ambientales como sociales.
- Aumentar la transparencia y la trazabilidad para recuperar la confianza.
En resumen
El mercado ecológico europeo no está en decadencia, sino en una fase de redefinición. A medida que el consumidor se vuelve más exigente y el contexto más competitivo, adaptarse con inteligencia y autenticidad será la clave para mantener un papel protagonista en la transición hacia una alimentación más sostenible.