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El aceite ecológico en riesgo de banalización

04/04/2019

El consumo y el comercio mundial de aceite de oliva se remonta a los principios de  nuestra civilización. Hoy día, el mercado mundial de este producto es uno de los más dinámicos dentro del sector de la alimentación, por sus propiedades beneficiosas para la salud y la nutri­ción de los consumidores, pero también por su cada vez mayor reconocimiento gastronómico, experimentando su consumo un crecimiento constante hasta la actualidad, a nivel global.

 

España es el mayor proveedor de aceite de oliva en el mundo, ya que su producción en la actualidad alcanza alrededor de la mitad del total mundial, siendo uno de los productos con mayor saldo positivo del comercio exterior español. Pero, especialmente, no debemos olvidar que es también una fuente de riqueza en las zonas rurales, donde apenas existen recursos económicos alternativos al olivar tradicional y en su mayoría de secano.

 

La actividad agrícola y empresarial conlleva externalidades añadidas a su función productiva y principal. No obstante, estos efectos externos pueden resultar en bienes o males públicos. Por ello, desde hace más de dos décadas se ha venido aplicando el concepto de multifuncionalidad a los sistemas de producción de los alimentos. Con este enfoque, paulatinamente se han ido incorporando nuevos valores a los productos derivados de su mayor compromiso con la preservación de los recursos naturales, el mantenimiento de los paisajes agrarios, la contribución al equilibrio territorial y el desarrollo rural.

 

Potenciar la calidad de los alimentos, la seguridad alimentaria, la integridad del medio ambiente o fortalecer las capacidades productivas de los territorios rurales, son los principales objetivos de la agricultura ecológica. Avalada por una regulación oficial en cerca de 100 países, el mundo dispone actualmente una oferta completa de alimentos ecológicos, libres de sustancias químicas de síntesis y de organismos genéticamente modificados.

 

El desarrollo de la producción ecológica es un movimiento a nivel mundial, con más de 43 millones de hectáreas, 2,3 millones de productores ecológicos, casi 62.000 elaboradores y un volumen económico que ha superado ya los 60.000 millones de euros. En la actualidad más de 170 países desarrollan este tipo de agricultura, una cifra que se ha duplicado desde el año 2000.

 

En relación con el olivar ecológico, en el planeta hay registradas más de 600.000 hectáreas. España, con casi 200.000 hectáreas lidera un sector en alza, seguida de Italia, Túnez y Turquía. Por comunidades autónomas, Andalucía lidera el olivar ecológico con más de 75.000 hectáreas, seguida muy de cerca por Castilla La Mancha con casi 65.000 hectáreas. A nivel provincial, Córdoba y Toledo destacan con más de 25.000 hectáreas cada una. En este sentido, llama la atención que Jaén, la capital mundial del aceite de oliva, con aproximadamente 9.000 hectáreas, es superada en este ámbito por Ciudad Real con 22.000 hectáreas y  Sevilla con 19.000 hectáreas.

 

En cuanto a la producción de aceite ecológico en Andalucía, en la campaña 2017/2018 Córdoba fue la provincia que obtuvo un mayor volumen con casi 8.829 toneladas, seguida de Sevilla con 2.972 y Huelva con 1.808 toneladas, ocupando la provincia de Jaén el cuarto lugar con 1.120 toneladas. Según datos de la Junta de Andalucía, se obtuvieron en la campaña anterior un total de 16.274 toneladas. Pero según el aforo de la administración andaluza, en la campaña 2018/2019 la producción de aceite ecológico aumentará casi un 40%, llegando a una producción total de 22.764 toneladas. Destaca especialmente el aumento de un 79% en Jaén, aunque no superará las 2.000 toneladas, estando aún muy por debajo de Córdoba, Sevilla y Huelva, algo que sorprende siendo la provincia que produce más aceite del mundo, pero no en ecológico.

 

Hace tan solo 5 años, la producción de aceite ecológico era algo propio de pequeños productores, explotaciones ubicadas en comarcas de sierra vinculadas a espacios naturales protegidos y con un sistema de cultivo tradicional, con altos costes de recolección y por tanto menos productivas. En la actualidad, las grandes marcas del sector convencional han lanzado versiones ecológicas de sus productos, comprando aceites a terceros, de olivares intensivos o superintensivos. Ello unido a la tiranía de los grandes distribuidores, hace que pierda importancia el origen de estos productos, pudiendo estar perjudicando el valor social derivado del trabajo de las pequeñas familias de productores y cooperativas de las zonas rurales menos favorecidas.

 

La competencia en el sector bio entre las grandes cadenas de distribución moderna, está haciendo bajar el peso específico de los comercios especializados. Cada vez es mayor la oferta de productos ecológicos en sus lineales, incrementando también la MDD (marca de distribuidor) en el aceite de oliva ecológico. Aunque el mercado no conoce a nadie, sería injusto que el trabajo que se ha venido haciendo por las empresas pioneras del sector del aceite ecológico, se pueda quedar a la sombra de las grandes corporaciones de envasadores y distribuidores. Si es así, se verá afectada la autenticidad de estos aceites ecológicos, más baratos con calidad ajustada y sin el valor social que también se le supone a los productos ecológicos. En este sentido, será el consumidor quien tendrá que posicionarse para que se pueda seguir defendiendo y apoyando el aceite más ecológico, el que procede directamente de los productores o cooperativas de pequeños municipios alejados de los grandes centros industriales.

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